Wynwood - Miami, FL | 2025.
José Gregorio no se quedó quieto.
Desde hace años lo veo caminando, como muchos de nosotros, cruzando fronteras invisibles.
Va en una estampita dentro de una billetera. En una oración murmurada en un aeropuerto. En la mirada de quien extraña, pero cree.
Para mí, este es el séptimo José Gregorio. No el de los hospitales ni el de los altares, sino el que migró con su gente. El que viaja en la memoria del que parte. El que no necesita templo porque se ha vuelto presencia.
Lo he querido pintar con su sombrero impecable, su maletín lleno de milagros y su traje blanco estampado con sellos del mundo.
Este mural es parte de mi serie Un Santo Trotamundos, que se conecta con mi proyecto Timeless Influencers, donde me pregunto cómo serían hoy los grandes personajes del pasado si vivieran entre nosotros.
¿Y si José Gregorio tuviera redes sociales, cámara HD, millones de seguidores?
Tal vez no postearía…
Pero igual haría clics de fe desde lo invisible.
Este mural no es una imagen devocional. Es una conversación.
Una forma de decir que lo que creemos viaja con nosotros.
Que los símbolos no mueren, se transforman.
Y que hay figuras que, aunque no hablen, nos siguen diciendo todo.
—EDO
(En la parte de atrás de la galería)